Hay quien considera el Ashtanga Yoga un estilo exigente y desafiante por su elevado nivel de fisicidad. En realidad, lo realmente difícil de esta disciplina, y a la vez lo más beneficioso y gratificante, es su componente mental y devocional. Practicando sólo 2 o 3 días a la semana, quizá cueste entenderlo. Pero cuando te vuelves un practicante, entiendes que se necesita mucha devoción para desenrollar la colchoneta cada día.