Son muchas las personas que sufren de dolor de espalda: según la OMS (Organización Mundial de la Salud) es la primera causa de discapacidad en el mundo.
Puede durar horas o días; puede ser esporádico, pero también puede causar problemas a largo plazo.
Afortunadamente, existen numerosas formas de evitarlo o de aliviar las molestias: a menudo bastaría con cambiar el estilo de vida en la medida de lo necesario.
¿Qué es exactamente el dolor de espalda?
Cuando hablamos de “dolor de espalda” nos referimos a una sensación que va desde un malestar ocasional y no bien definido hasta un dolor que puede ser intenso, continuo e invalidante y que puede estar vinculado a múltiples causas.

Hablamos de lumbalgia cuando el dolor se localiza en la zona lumbar y en la parte superior de los glúteos, hablamos de dorsalgia cuando el dolor se localiza más arriba, desde la base del cuello hasta la porción justo debajo de los omóplatos. Finalmente hablamos de cervicalgia cuando hay dolor en la región cervical que puede extenderse al cuello, la cabeza o la extremidad superior y limitar los movimientos.
En función de la duración de los síntomas hablamos de formas agudas, de menos de 6 semanas, subagudas, de entre 6 semanas y 3 meses y formas crónicas, de más de 3 meses. Luego están las formas con recidivas, episodios inicialmente de corta duración que, sin embargo, tienden a repetirse cada vez con más frecuencia en el tiempo y a durar más y más, convirtiéndose finalmente en verdaderas formas crónicas.
¿Cuáles son las causas del dolor de espalda y cómo se manifiesta?
Las posibles causas son numerosas, más o menos graves, y entre éstas también se encuentran hernias de disco, fracturas, infecciones, neoplasias, patologías de órganos internos, artritis, malformaciones.
Afortunadamente, con mucha más frecuencia, alrededor de nueve de cada diez veces, el dolor de espalda no es atribuible a un problema orgánico subyacente y, en cambio, se asocia con una sobrecarga mecánica de la columna: en este caso estamos hablando de dolor de espalda genérico o inespecífico.

El dolor de espalda puede comenzar con un episodio de bloqueo, o sea un dolor muy intenso asociado a una importante contractura muscular que puede durar incluso unos días, se acentúa con el movimiento y obliga a la persona afectada a permanecer en una posición semiflexionada.
Normalmente se manifiesta de forma menos violenta con sensación de tensión, dolores musculares y articulares que se presentan con mayor frecuencia tras pasar mucho tiempo de pie o sentados, pueden acentuarse con ciertos movimientos, como al inclinarse hacia delante o hacia atrás, y habitualmente se alivian en posición supina (es decir, tendidos sobre la espalda).
La presencia de otros síntomas, como la ciática (ardor u hormigueo extendido a lo largo de la pierna), una sensación de pesadez en un punto bien definido acompañada de un dolor muy intenso o incluso un dolor que ni siquiera pasa durante la noche, puede hacernos pensar a situaciones más complejas, que requieren más atención.
¿Por qué se da el dolor de espalda?
Cuando no existe una patología subyacente importante, el dolor de espalda se amnifiesta viene por la misma razón: la espalda está haciendo demasiado trabajo en comparación con lo que puede tolerar. Esto puede significar bien que el trabajo al cual sometemos nuestra espalda es demasiado intenso, bien que nuestra espalda no está lo suficientemente entrenada para soportar una carga de trabajo normal.
Hoy en día, con una tendencia generalizada a un estilo de vida sedentario, trabajos que nos mantienen sentados durante mucho tiempo (una posición muy estresante para la columna), y la obesidad que está cada vez más presente en el mundo occidental, los dos mecanismos tienden a superponerse.

El estrés mecánico que resulta se expresa en forma de dolor: se trata por tanto de un problema funcional y no orgánico, para el cual, por muchas pruebas instrumentales que hagamos, no encontraremos una causa bien definida.
Este tipo de trastorno funcional puede combinarse con algunas de las formas relacionadas con dolencias subyacentes específicas como discopatías, fracturas vertebrales por osteoporosis y deformidades de la columna (como escoliosis e hipercifosis).
En estas situaciones tendremos un trastorno provocado primariamente por la patología desencadenante y en segundo lugar por una sobrecarga mecánica.
También se ha demostrado que el dolor de espalda puede verse afectado negativamente por trastornos como la ansiedad y la depresión, que aumentan no solo el riesgo de incurrir en este problema sino también la intensidad de los síntomas.
¿Cómo “curar” el dolor de espalda?
Para eliminar el dolor, disponemos de numerosas estrategias a emplear en función de las características del dolor de espalda y de la persona que lo padece. Se pueden utilizar analgésicos, antiinflamatorios, fisioterapia, terapia infiltrativa local, tratamientos y actividades de tipo físico, y aparatos ortopédicos (corsés y cinturones) para ayudar a controlar los síntomas.

Sin embargo, es esencial hacer un diagnóstico correcto para elegir el enfoque terapéutico más adecuado: el dolor lumbar inespecífico no se trata de la misma manera que el dolor de espalda de una fractura vertebral osteoporótica y cada situación requiere un enfoque especializado bien dirigido.
Por último no hay que olvidarse de la cirugía que, con las indicaciones adecuadas, representa una herramienta terapéutica más.
Cómo prevenir el dolor de espalda
Mantener la espalda sana requiere una atención constante a lo largo del tiempo, por ejemplo mediante un ciclo de clases regulares.
El ejercicio físico regular es una de las estrategias de prevención más eficaces. La práctica diaria de diversas actividades deportivas, y por supuesto del yoga, como explicamos en este video, desarrolla los músculos de la espalda, ayuda a aliviar el estrés mecánico y permite “desahogar” parte de la ansiedad y estrés que podamos haber acumulado.
La postura también es importante en la prevención del dolor de espalda: variarla frecuentemente, alternar entre sentarse y estar de pie y caminar, evita sobrecargar la espalda y reduce la posibilidad de crear problemas más adelante.

Si realizamos trabajos de oficina, es necesario prestar atención a qué postura mantenemos cuando estamos sentados: debe ser posible ajustar la posición de la pantalla del ordenador, la silla y el escritorio para obtener una posición cómoda y sobre todo variable. También es una buena práctica tomar breves descansos o usar estaciones de trabajo a las que se pueda acceder estando de pie.

Una postura sentada correcta conlleva lo siguiente:
- Los pies han de estar apoyados por completo en el suelo.
- Las rodillas deben mantener el mismo nivel o estar por encima de las caderas.
- El respaldo de la silla tiene que respetar las curvaturas de la espalda y contener el arco lumbar.
- La pantalla del ordenador ha de situarse a 45 centímetros de distancia del rostro y por debajo de los ojos.
- El teclado debe estar lo suficientemente bajo como para evitar que los hombros queden levantados.
- Las muñecas y los antebrazos tienen que quedar rectos, a los costados del cuerpo.
Manipulación manual de cargas
Por último, recordamos que también es muy importante saber cómo levantar pesos de forma correcta – nuestra espalda sin duda alguna nos lo agradecerá.

Puede parecer trivial, pero muchas veces para levantar una carga forzamos la espalda en lugar hacer fuerza en las piernas y rodillas: procurando no doblar la espalda excesivamente hacia adelante podría evitarse toda una serie de traumas y molestias.
La forma correcta de hacerlo es la siguiente:
- doblar las rodillas y ponerse de cuclillas;
- levantar el objeto empujando con los músculos de las piernas y de los brazos en lugar de tirar de la espalda;
- una vez levantados sujetar los objetos cerca del cuerpo.
(post redactado reelaborando la versión original italiana de un texto sobre el dolor de espalda publicado por Humanitas Salute, los consejos para sentarse correctamente de Mejor Con Salud y añadiendo las imágenes oportunas)