Desde mis primeros pasos en el mundo del yoga, lo que siempre más me ha intrigado son las técnicas para trabajar lo emocional, como Yoga Nidra y la meditación (por favor, no confundir con Mindfulness), sus efectos en el cerebro físico y las consecuentes modificaciones de la actividad mental.
La neurociencia de la meditación es una ciencia relativamente reciente y ha estudiado estas técnicas para su uso terapéutico evidenciando su eficacia al demonstrar que el cerebro es un órgano plástico, o sea que puede modificar su estructura, por lo tanto, su funcionamiento. Esto significa que la personas que sufren de problemas de depresión, ansiedad, malestares de origen emocional, tienen una herramienta para comenzar a sanar estas condiciones.
De estos estudios y ensayos han surgido las técnicas llamadas Mindfulness, dando un nombre a diferentes técnicas de concentración y creando aún más confusión a la hora de definir qué es la meditación yóguica. Por claridad, cuando hablo de meditación, me refiero sólo a lo que está descrito en la literatura tántrica o védica del hinduismo del cual se nutre el yoga.
No quiero criticar ni quitar importancia al Mindfulness, solo prefiero quedarme en el ámbito del yoga que es lo que más conozco y tengo lo suficientemente experimentado como para poder hablar sobre el tema.
No olvidemos que el Yoga nace como filosofía de vida y en su origen, es una filosofía salvífica (o de la salvación, o sea para liberarse de un estado, por ejemplo, del ciclo de las reencarnaciones), es decir de búsqueda de lo divino y de lo espiritual, no de terapia antiestrés o antidepresiva. Los maestros no tenían a disposición las herramientas tecnológicas que tenemos hoy en día, solo podían observar que con estas prácticas con fines espirituales también gozaban de una vida más tranquila emocionalmente y más sana físicamente, y lo llamaron “el regalo del Yoga al practicante asiduo y sincero”.
Un tema interesante que me llamó la atención al leer algunos artículos de literatura científica, son las diferentes definiciones de la palabra meditación: algunos científicos la definen como “estado alterado de la consciencia”, otros, como “estado natural de la consciencia”. Curioso.
Si vamos a la etimología, la palabra meditar deriva del latín “meditāri” que significa medir con la mente. Asume también el significado de reflexionar en el sentido de fijar el pensamiento en un tema específico durante largo tiempo.
Efectivamente hay mucha confusión a la hora de definir qué es la meditación y, por lo que parece, tampoco los “expertos” se ponen de acuerdo 😊.
La palabra sánscrita que traducimos como meditación, en realidad describe el resultado de este proceso de fijación de la atención (Dharana) como la total unión entre el objeto observado y el que observa (Dhyana) hasta la disolución de la dualidad. Por lo tanto, según el Yoga, lo que coloquialmente llamamos meditación, entendida como el proceso en el cual la atención se enfoca hacia un cierto número de variables físicas, sensoriales y mentales, sería el paso previo, o sea la concentración, Dharana, y es un movimiento de la mente voluntario; mientras, el estado meditativo, Dhyana, puede surgir, y generalmente así ocurre, espontáneamente: por ejemplo durante una experiencia emocional positiva intensa, momentos de éxtasis sobre todo religiosa, o por entreno. Por ello podemos hablar de “meditación en movimiento” aunque sería más correcto hablar de capacidad de concentración en movimiento.
Las técnicas de meditación consisten en ejercicios prolongados y repetidos en el tiempo, un verdadero entreno de la mente que puede durar años. Por todo ello, en Yoga, cuando nos sentamos a observar la respiración, estamos practicando Dharana, la concentración, muy necesaria como paso previo al aflorar espontáneo del estado meditativo, Dhyana.
Resumiendo
En los últimos años las neurociencias están estudiando los efectos psicofísicos de las técnicas de meditación, sobre todo sus efectos a nivel físico, emocional y psicológico de las diferentes técnicas. A pesar de las evidencias científicas, al alrededor de unos 3.000 artículos publicados entre revistas del sector y periódicos, el público en general mantiene opiniones contrastantes sobre el utilizo de estas prácticas a nivel terapéutico.
Creo que dependa del hecho de que es difícil definir un estado mental-emocional con palabras, números o categorías, ya que cada cual tiene su propia experiencia porque tiene que contactar con su propio inconsciente. No existen dos “inconscientes” iguales por definición.
Igualmente, en el transcurso de los últimos 30 años, se han insertado prácticas meditativas en los programas psicoterapéuticos por sus beneficios: aumentan la consciencia de la experiencia y del momento presente despertando una actitud compasiva, sin juicio.
Las principales características de los efectos de las técnicas meditativas se resumen en tres puntos: su eficacia en aliviar numerosas molestias, la total ausencia de efectos colaterales, y el hecho comprobado de que su eficacia depende de la duración y continuidad en el tiempo de su práctica. Hay que sentarse esos 5 minutos a “meditar” muchas pero que muchas veces 😊