Shavasana, la posición del cadáver se ejecuta siempre al terminar la práctica de Yoga dinámico y se le considera el Asana más importante de toda la sesión. ¿Por qué?

Porque es el Asana que se mantiene más tiempo y en silencio. ¿Qué ocurre realmente cuando nos mantenemos en Shavasana?
La práctica física de Asana actúa sobre los músculos, incluido nuestro cerebro, creando espacio interior y despertando el calor corporal. Cada Asana es una postura específica, que actúa elongando y estirando la musculatura que rodea las articulaciones, estimulando la circulación de los tejidos líquidos y de las comunicaciones nerviosas. Asimismo mejora la salud de la espalda y de la columna vertebral, equilibrando y purificando los centros psíquicos llamado chakras.
Las posturas de inversión, llamadas también posturas finales, nos conectan con el sistema nervioso parasimpático. Después de su ejecución, es cuando estamos preparados para el momento de la relajación real, la profunda, a través de la inmovilidad y del silencio. Estamos preparados para Shavasana.
En la postura de Shavasana, predominan las ondas cerebrales Theta, con actividad eléctrica, oscilantes y vibrantes a una frecuencia entre 4 y 8 Hz. Este estado de función cerebral despierta la mente inconsciente intuitiva, se accede a memorias profundas y nos conecta al inconsciente colectivo. La sanación ocurre en este estado. Los estados más profundos de Shavasana llegan al estado cerebral donde aparecen las ondas Delta (frecuencia 0,5 – 2 Hz). Este es el estado cerebral del sueño.
En Shavasana se llega a percibir la presencia del cuerpo energético sutil, representado en la imagen de arriba, que fluctúa sobre el cuerpo físico. Por todo ello, Yoga Nidra se realiza en Shavasana.