Qué es exactamente un “título” y porque lo necesitamos. Simplemente necesitamos un documento que lleve impreso nuestro nombre, emitido por una entidad que avala que hemos asistido y completado un ciclo de estudios o nos hemos “formado” en el estilo de yoga que sea, durante un período de tiempo X bajo la dirección de Y en la escuela XY. Este papel da fe, acredita, respalda, apoya, garantiza en este caso específico, la realización de unos estudios por parte de quien lo presenta.

¿Qué ocurre cuando queremos formarnos en yoga? Encontramos diferentes formatos de oferta: diversos estilos de yoga, precios muy diferentes, duración del curso (intensivos, de larga duración), programas de estudios diferentes, y por último, cada escuela entrega su propio título.
Yo misma tengo tres diferentes organismos que me han certificado tres diferentes formaciones: AEPY en España, Satyananda Yoga en Italia y Yoga Alliance a nivel internacional.
Eso pasó porque yo quise estudiar con determinados maestros independientemente del diploma otorgado por la escuela formadora. Esto ya no ocurre, no se busca a un Maestro o a una enseñanza en específico: como hay tanta oferta, se elige lo que nos resulta más cómodo. Perfecto, pero esta es una razón más para recoger todas las informaciones sobre el título que vamos a recibir. ¿Qué nos proporciona este papel? Por ejemplo, Yoga Alliance es un organismo internacional que otorga una certificación válida a nivel mundial y tiene unos estándares claros y específicos que marcan el programa de estudios a seguir. Lo mismo pasa con AEPY que no es internacional y con Satyananda Yoga que si es internacional pero menos comercial y por lo tanto en España menos conocido.
A este propósito, hace poco, realicé un podcast en el que trato de explicar detenidamente lo que hay que tener en consideración a la hora de escoger una formación. Os dejo aquí el enlace. (Este podcast se realizó en colaboración con nuestro gran amigo Manuel Molina de With Manu en el ámbito de su loable iniciativa denominada “Emprendedores del Yoga”).
Ahora, el punto es: la escuela donde se realiza la formación, ¿respeta los estándares marcados por el organismo certificador elegido? Yo creo que esto es el punto más importante. Si la formación es de calidad, da igual como se llame el título que vas a recibir, porque tanto tendrás que hacer tus horas de prácticas, tu propia experiencia y a lo mejor ni estás estudiando para ser profesor de yoga sino para satisfacer inquietudes tuyas personales. Porque el hecho de “dar clases” no te hace, sin duda alguna, profesor de yoga. Esto es un trabajo de una vida vocacional, que no requiere ningún papel ni título, solo esfuerzo, pasión, sacrificio y buenos maestros, que tengan algo que enseñar y lo quieran compartir.
Todo se complica si quieres trabajar como “profesor” de yoga, ya que tienes que observar las leyes que regulan esta actividad profesional. Lamentablemente, a nivel europeo el yoga se ha incluido en la categoría de las disciplinas deportivas. Y aquí es dónde empiezan los problemas.
Todas las profesiones que tienen una formación de escuelas privadas que llamaremos “formación no formal” se están titulando y pasando ya por la creación de certificados de profesionalidad (CdP). Con muchos y visibles inconvenientes en el caso del yoga dada sus diferentes ofertas.
En el BOE (Real Decreto 1076/2012 del 13 julio), se publicó el Certificado de Profesionalidad de Instrucción en Yoga, con su relativo programa de estudio. El certificado es vigente a nivel nacional, pero nos vemos afectados por la “Ley de las profesiones del deporte”, por estar catalogados en la familia profesional de “Actividades físicas y deportivas, recreativas” y ésta la interpreta y adapta cada comunidad autónoma. Así que, si vives en una comunidad autónoma y vas a vivir en otra, puede que tengas problemas con tu CdP.
Actualmente, hay dos maneras de formarse para dirigir una clase de yoga. Una es estudiar en una de las pocas escuelas de formación profesional y conseguir el título directamente. Si estudias en una escuela homologada, ya eres legal. Así, accedes al título y con él, te inscribes en el registro oficial de profesionales del deporte en tu comunidad. En la escuela homologada para entregar el certificado, los estudios son muy cortos (solo unos meses). Al profesorado formador se le exigen pocos años de experiencia, y se vislumbra como un negocio más de formación. Algunas de estas escuelas tienen dificultades para colocar a los alumnos en las prácticas no remuneradas, que son obligatorias y parte del estudio (120 horas).
La otra opción es estudiar en el centro que elijas hasta tu aprobado. Si has superado los estudios en una escuela tradicional, obtienes Cualificación Profesional de Instrucción en Yoga, descrita en el 2011 en el BOE (Real Decreto 1034/2011 del 15 de julio). En él se expone toda la normativa para presentarse a un proceso de acreditación de las competencias para desarrollar la actividad profesional de yoga. Una vez conseguida la acreditación, ya puedes solicitar el título y la inscripción necesarios por la Ley del Deporte.

En la escuela tradicional, tienen formaciones más amplias, con más tiempo para asumir la evolución necesaria en el aprendizaje del yoga, pero no entregan el título de la Administración. Son 400 horas como mínimo de estudio (las mismas que en el CdP) y se ahorran las 120 horas de práctica. La vivencia es distinta.
¿Por qué en Yogaprem elegimos trabajar avalados por Yoga Alliance? Por su carácter internacional, por su soporte a la hora de crear un programa de estudio que habla de “teoría y técnicas de yoga” y no de aprender a “dinamizar” las clases de yoga reduciendo el yoga a una actividad física cualquiera. Porque hablamos de futuros depositarios de un conocimiento y una antigua enseñanza.